El momento es del hombre, el tiempo es de Dios que lo ilumina con la esperanza.
S.S. Papa Francisco – 26 de noviembre de 2013
“En esta vía hacia el final de nuestro camino, de cada uno de nosotros y también de la humanidad, el Señor nos aconseja dos cosas, dos cosas que son diferentes, son distintas según como vivamos, porque es diferente vivir en el momento y es diferente vivir en el tiempo”.
“El cristiano es un hombre o una mujer que sabe vivir en el momento y que sabe vivir en el tiempo. El momento es el que nosotros tenemos en la mano ahora: pero esto no es el tiempo, ¡esto pasa! Quizás nosotros podemos sentirnos dueños del momento, pero creerse dueños del tiempo es un engaño: el tiempo no es nuestro, ¡el tiempo es de Dios! El momento está en nuestras manos y también en nuestra libertad de qué hacer con él. Y aún más: nosotros podemos convertirnos en soberanos del momento, pero del tiempo solo hay un soberano, un solo Señor, Jesucristo”.
“Por tanto, -citando las palabras de Jesús- no debemos dejarnos engañar por el momento, porque habrá quien se aprovechará de la confusión para presentarse como Cristo. El cristiano, que es un hombre o una mujer del momento debe tener estas dos virtudes, estas dos actitudes para vivir el momento: la oración y el discernimiento. Para conocer los verdaderos signos, para conocer el camino que debo tomar en este momento es necesario el don del discernimiento y la oración para hacerlo bien. Sin embargo, para mirar al tiempo, del que solo el Señor es dueño, Jesucristo, nosotros no podemos tener ninguna virtud humana. La virtud para mirar al tiempo debe sernos dada, regalada, regalada por el Señor: ¡es la esperanza! Oración y discernimiento para el momento; esperanza para el tiempo”.
“Y así el cristiano, se mueve en este camino, momento tras momento, con la oración y el discernimiento, pero deja el tiempo a la esperanza. El cristiano sabe esperar al Señor en todo momento, pero espera en el Señor al final de los tiempos. Hombre y mujer de momento y de tiempo: de oración y de discernimiento y de esperanza. Que nos dé el Señor la gracia de caminar con la sabiduría, que también es un don Suyo: la sabiduría que en el momento nos lleve a rezar y a discernir. Y en el tiempo, que es el mensajero de Dios, nos haga vivir con esperanza”.