Más que un tirón de orejas

08.05.2016 17:31

Tenía 35 años. Era un momento de oración con otro hermano  y como un pensamiento que se cruza por la mente entre tantos, recordé a un maestro de segundo grado. Mi recuerdo no era feliz. Él era un muchacho joven, con poco tiempo de recibido, poca experiencia  y un  curso de niños que no ayudábamos a hacerla fácil. Era el día de mi cumpleaños, cumplía siete años.

Mi maestro se entera del evento y me llama al frente para cantarme con todo el curso  el “feliz cumpleaños” dando un tirón de orejas por cada año de vida.  Con una mirada poco amigable, daba  tirones cada vez más fuertes. El último de ellos me marcó de manera especial,   ya que me desgarró el cartílago dejando una lesión permanente con  fuerte dolor cada vez que me tocaba la zona afectada. Al venir estos recuerdos a mi mente, comencé a llorar, a sentir bronca y luego, una sensación de calma. El Señor me pedía que lo perdonara. No me era fácil. ¡Parecía todo tan fresco! Luego de una lucha interna, entregué el perdón por ese maestro del cual sólo Dios conoce su historia y lo que cargaba en su corazón. Sin otra cuestión que mencionar, todo quedó en un momento de oración.  Cierto día, viajando en mi auto con un hermano en la fe, salió el tema del perdón  en la conversación.  Me comentó sus experiencias y aproveché para contarle la mía. Cuando le expliqué lo que había sucedido con mi oreja, toqué la zona del trauma y extrañado y seguro de no haber “tocado correctamente” no sentí dolor alguno….volví a tocar y un asombro me envolvió en silencio: ¡la oreja había sido sanada!  No fue en una misa de sanación, no fue en un encuentro, no fue en una asamblea multitudinaria…fue en un momento de intimidad con Dios, que como buen Padre  que es, quiere que sus hijos se amen y demuestren su amor, perdonando y pidiendo perdón. ¡Dios es bueno!  Gloria al Señor.