Entrenando para ganar

Entrenando para ganar

Domingo 6 de Octubre

Evangelio según San Lucas 17,5-10.

Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". 
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. 
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? 
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? 
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? 
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'". 

 

Reflexión

Los apóstoles piden a Jesús algo que ya les dio, pero aún no toman  conciencia de su responsabilidad.  Jesús les responde de una manera que los desconcierta y no es para menos. Habiendo  convivido con el autor de numerosos milagros, signos y prodigios, ellos no están satisfechos.  Al contrario de otros personajes de los evangelios, que arrancaban milagros de Señor  sólo por haber oído hablar de él, los discípulos no saben qué hacer con su fe.

Se han adormecido y acomodado en torno al Maestro.

Sabemos que  en el bautismo recibimos la fe. Que esta es una virtud, un regalo que concede Dios de manera totalmente gratuita gracias al sacrificio de Jesús. Pero otro detalle no menor y de gran importancia, es que si esa fe no la ponemos en movimiento, como un músculo inactivo, corre el riesgo de atrofiarse  y quedamos incapacitados de hacer las obras que Dios quiere realizar a través nuestro. Dios pasa a ser una teoría, un conocimiento intelectual al que adherimos y promocionamos, pero no transmitimos.                                   

Es entonces cuando necesitamos ser interpelados por Jesús.  Conserva la calma cuando la voz del Señor te sacuda, porque Él lo hace como un padre lo haría con su hijo que se encuentra adormecido, inactivo, paralizado frente a su gran regalo. Él te llama urgente  a sanar corazones heridos, a curar enfermos a liberar cautivos y a maravillarte viendo las obras que con tu humanidad realizarás en su nombre. Entonces  has puesto tu fe pequeña, humana,  imperfecta en Aquel que todo lo puede. Así, crecerá cada vez más. Levántate y como un atleta, comienza a correr ejercitando el don que recibiste del Autor de la Vida. Es hora.  Dios te bendice. MJRP

Te aconsejamos leer este testimonio: El que le gritó a Jesús