Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.
Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'.
Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'.
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".
Una puerta estrecha es a los ojos del mundo una entrada de poca importancia. Un paso hacia un lugar poco atractivo y casi se diría, sin valor. La idea es, que cuanto más importante sea la sala, más imponente debe ser la puerta…
Esta en cambio, es una puerta en donde no se puede pasar montado en un asno, caballo o camello, si no a pie, despojado de toda cabalgadura que indique condición especial alguna. Jesús nos dice que seamos pequeños, es decir, despojados de nosotros mismos, de nuestras pasiones y ataduras, de nuestros criterios y de nuestros planes. Hacerse pequeño es seguirlo a Él y sólo a Él. Por otra parte, estar dispuesto a atravesar esta pequeña puerta, es estar dispuesto a ir contracorriente de muchos, a no seguir aquello que el mundo tiene por importante, a no poner el corazón en lo que el mundo pone el corazón. Hoy tenemos muchas puertas atractivas ante nosotros. Puertas que se muestran fáciles y prometen seductores regalos. Son las que no conducen a Dios y son apetecibles para el hombre cuyo corazón y mirada no está puesta en Él. Hoy Jesús se presenta como "La Puerta " y te promete que aunque para el mundo seas uno de aquellos en quien nadie se fija ni aprecia, para Él, eres quien ocupará en su banquete eterno los primeros puestos. Anímate a entrar por esta puerta, anímate a entrar por Jesús. Dios te bendice! MJRP