Evangelio Domingo 20 de octubre- San Lucas 18,1-8.
Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,
pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
Reflexión
En nuestra relación con Dios, pasamos por diversas situaciones que Él permite para que tomemos enseñanzas en este camino de constante aprendizaje y crecimiento en la fe. Muchas veces deseamos algo y sin siquiera pedirlo, Dios nos lo concede. Otras veces en cambio, aquello que necesitamos y pedimos con insistencia, parece que no llega e incluso no viene de la manera esperada.
Jesús nos muestra que hay una diferencia entre desear y necesitar. Es que cuando tenemos una relación íntima, confiada con nuestro Dios, algunos deseos son puestos por Él en nuestro corazón, como anticipo de su plan de bendición para nosotros. Entonces, al tiempo nos sorprende, haciendo realidad ese anhelo. Sin embargo, no fue otra cosa que una semilla puesta por el Creador que dio fruto a su debido tiempo. Esta es la diferencia entre los deseos arraigados en Dios y los que son frutos de nuestra humanidad.
Pero cuando sentimos necesidades, allí se nos complica y Jesús quiere con esta parábola, mostrarnos al menos, tres aspectos que nos ayudarán:
1º Nuestra visión como hombres es tan limitada, que no podemos ver con claridad si aquello que creemos necesitar, es verdaderamente necesario e incluso saludable. En este caso, con una oración confiada y constante, Dios irá haciendo su obra en nuestro corazón y mente para ir orientándonos hacia la claridad de las cosas y descubrir qué es realmente lo necesario. Entonces estaremos pidiendo conforme al plan de Dios y su respuesta no se hará esperar.
2 º La viuda de la parábola recurre al juez y sólo a él. Podría haber también buscado alternativas, como algún funcionario, amigo o contacto adecuado para obtener su favor. Sin embargo ella se concentra sólo en él. ¡Cuántas veces pedimos a Dios y mientras tanto buscamos atajos de todo tipo, según nuestras posibilidades! Eso debilita nuestra fe y confianza en Dios.
3º Cuando pedimos por una necesidad que objetivamente es buena, como la conversión de un hijo, cónyuge, por la unidad de un matrimonio, o una situación límite personal o familiar, a veces las cosas parecen empeorar a medida que oramos...
Allí es precisamente cuando no hay que abandonar nuestra oración: Dios está haciendo su obra. Es como una herida infectada que al ser abierta para ser curada, sale todo lo que daña al cuerpo.
En definitiva, Jesús nos está dando una receta para afirmar nuestra fe, crecer en confianza y ser arriesgados en nuestra oración.
Su bendición está ansiosa esperando. No te desanimes si parece que tu oración no es escuchada. Mantente firme y deja crecer tu fe para que esté puesta no en las cosas de Dios, si no en el Dios de todas las cosas. Dios te bendice. MJRP