Él realizaba numerosos milagros y la multitud lo seguía atraída por ellos. Pero cuando Jesús les indica qué hay y quién está más allá de los signos que realiza, la pobre mente humana choca con el pensamiento de Dios. No se lo puede entender, por lo tanto, tampoco se lo desea seguir.
Encontramos muchas otras expresiones parecidas a ésta a lo largo de los evangelios, donde Jesús se muestra como signo de contradicción, tal como profetizó Simeón sobre Él (Lucas 2, 34).
La pregunta es entonces ¿qué te motiva a buscar a Jesús? ¿La sanación de un ser querido que padece una enfermedad terminal? ¿Una situación económica angustiante? ¿La búsqueda infructuosa de una persona que sea tu compañera en la vida? Es verdad que en el proceso de dejarse encontrar, Jesús calma primero nuestro hambre más urgente, pero Él quiere ir mucho más allá… Él nos quiere llevar a contemplar misterios maravillosos que nos conducen a la eternidad junto a Él. Misterios que pueden ser recibidos con gozo y entendimiento gracias a la obra del Espíritu Santo en cada corazón. En el medio, se encuentra la decisión que más nos cuesta: rendirse con humildad ante Él o quedarse aferrados a aquellos propios criterios y razonamientos que siempre le han dado una falsa seguridad a nuestra vida.
Esta es la diferencia entre seguir sus palabras que son Espíritu y vida o seguir atados a la carne. La primera opción nos libera, la segunda nos esclaviza.
Es hermoso observar a aquellas personas que han sufrido una experiencia muy dolorosa y terrible en la carne pero, luego, han sabido entregarse, aun sin entender, al plan de Dios. ¡Sus testimonios tocan los corazones y abren los oídos de quienes los reciben! ¿Por qué? Porque lo que estos hermanos dan a conocer, no es obra del esfuerzo humano, si no del Espíritu que da la VIDA. Ellos han dado un valiente “si”. El resto, es Poder de Dios en movimiento que busca atraer a todos hacia Él.
Hay muchas cosas que no entenderemos, pero al aceptarlas en fe podremos recibirlas, entenderlas con la mente de Cristo y, luego, también disfrutarlas. Son las primicias del Reino, la Buena Nueva que está entre nosotros.
¿Te animas a buscar este camino? Si lo haces, más allá de tus conocimientos intelectuales adquiridos, habrás comenzado a ser un discípulo de Jesús y ya no podrás echarte atrás, porque su amor te conquistará un poco más cada día.
Jesús es el que hace la diferencia en nuestras vidas, es el que puede transformarlo todo, haciendo posible lo imposible.
Que el Espíritu Santo te colme con su luz, para poder recibir en tu corazón esta invitación que el Maestro te hace hoy, especialmente a ti.