Ser consecuentes con lo que somos

Domingo 9 de febrero 

Evangelio según San Mateo 5,13-16. 
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. 
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. 
Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. 
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. 

REFLEXIÓN    

La sal y la luz eran dos cosas importantísimas en la antigüedad. Una por ser capaz de preservar aquellas cosas perecederas y de dar sabor. La otra por brindar seguridad, comodidad y capacidad de ver lo oculto en la oscuridad. 

 

Es fácil para nosotros imaginar que ambas eran fundamentales en aquella época, llegando incluso a usarse como medio de canje o pago. Pero en las palabras de Jesús hay dos aspectos fundamentales: Él dice “ustedes son”, es decir, no condiciona nuestra esencia a nuestro proceder, si no que deja bien en claro que más allá de nuestras acciones, somos sal y luz por el bautismo. Podemos aceptar o rechazar esta realidad, pero jamás cambiarla. 

El segundo aspecto es que  la sal,  no puede perder su sabor, pero sí humedecerse cuando se la guarda en el lugar equivocado. De esta manera, ya no es capaz de servir en su cometido, como tampoco la luz  puede iluminar si se la esconde. Ninguna de las dos, dejan de ser lo que son, pero tampoco pueden realizar su misión. 

Sí eres bautizado, eres sal y eres luz. Si tu vida no cumple con el fin de iluminar y dar sentido de eternidad a todo lo que haces, lo que eres y lo que te rodea, es bueno que te preguntes ¿Qué es lo que te está ocultando? ¡Cuántas bendiciones se pierden o esperan demasiado tiempo, en nuestras vidas y en la de los demás, por estar atadas con nosotros en el lugar equivocado! Cuántas veces estamos apegados a personas que no edifican, lazos familiares insanos con parientes que sin ser malas personas, no desean acoger el mensaje del evangelio y nos encierran con ellos en una chatura espiritual. Cuán atados estamos a supuestas seguridades que tiene distintos nombres, tales como  un trabajo, el lugar en que vivimos, un concepto erróneo de nosotros mismos… 

 

Para ser coherentes con nuestra misión bautismal, es necesario dejarse llevar por Dios hacia donde Él quiere que demos sabor y  luz. Para esto es necesario estar dispuestos a renunciar a todo aquello que nos ata y oculta. Es cierto que la renuncia trae consigo dolor, incomprensión por parte de  los demás, tiempos de soledad y marginación,  pero no habrá sufrimiento si  te entregas a los proyectos que Dios tiene para ti. Con los ojos puestos en Él, habrá un un sereno gozo en tu proceso de aceptación y luego verás los frutos que tu Señor ha logrado contigo, unido a otros hermanos que como tú han dicho “sí”, una vez más. 

Dios te bendice. MJRP- Ministerio Católico Jesús Rey de la Paz